Comenzaron las vacaciones, tras decidir llegar a Oviedo en coche fuimos subiendo y realizando algunas paradas.
La primera fue en Madrid. Siempre me ha encantado subir a Madrid, he ido 4 ó 5 veces... y he disfrutado tanto.. tan sólo con el viaje...
Dormimos allí, y a la mañana siguiente de nuevo emprendemos camino.
La siente parada fue... no recuerdo... comimos en algún sitio y el café lo tomamos en Segovia. Una pequeña parada, vimos el acueducto y poco más. (1 de agosto)
Esa misma tarde llegamos a León, después de hacer una parada en una gasolinera para descansar un poco. Vimos la Catedral, y algo de la ciudad, (parada obligada según lo que habíamos leído). Seguimos camino...
Esa noche paramos en un camping , dormimos allí, era una de esas cosas que nunca había hecho... e igualmente me hizo muchísima ilusión, aunque al mismo tiempo me daba un poco... de "miedo", entre comillas porque no era miedo, era simplemente algo nuevo. Íbamos preparados con tienda de campaña, por si en alguna etapa no nos daba tiempo de llegar a algún albergue. Los paisajes ya comenzaban a ser preciosos, no es que antes no lo fueran, pero ya eran esos paisajes tipicos del norte, montaña, verde, vegetación, fresquito... de hecho en el camping nos dieron unas mantas(cosa que me llamó muchísimo la atención, era agosto!!), el camping estaba situado en la falda de una pequeña montaña.
El día 2 nos levantamos temprano, y de nuevo comenzamos a hacer km. Si no recuerdo mal... el día era bastante fresquito, paramos en un pueblo, había barro, llovizneaba y entramos en un bar a desayunar; primera señal que estabamos muy lejos: no había tostadas! sólo pinchos :)
A Juan Antonio le encantan todo tipo de artilujios... podometros, reloj que mide altura, posibilidad de lluvia, etc, etc...
Era todo nuevo, nunca había subido más de Madrid! Ese fresquito en pleno agosto, esa niebla, esa subida a un puerto de montaña: iba controlando cuánto subíamos, en fin... un sueño.
Llegamos a Oviedo a eso de las diez... teníamos pensado dejar el coche cerca de la estación de Renfe, para volver en tren desde Santiago y tener el coche a mano. Buscamos un sitio adecuado en una calle cualquiera, nos cargamos las mochilas y nos fuimos a buscar la Catedral.
Estaba llovizneando... y nosotros temblando! Por supuesto me pareció toda una novedad Oviedo. Llegamos a la Catedral, entramos a que nos pusieran nuestro primer sello, preguntamos hacía dónde ir, y un sacerdote nos indicó dónde se iniciaba el camino. Allí hicimos la primera foto del camino.
Luego nos fuimos dando cuenta que teníamos que volver a recorrer el trayecto dirección a dónde dejamos el coche...
Paramos en alguna tienda, compramos unas manzanas que las fuimos comiendo por la ciudad, buscábamos un chino! (tienda) y nos dimos cuenta que en Oviedo apenas hay chinos... :), ya más lejos del centro encontramos una tienda china y allí compramos unos impermeables por si llovía, seguimos buscando la salida de la ciudad, conchas doradas en el suelo al principio y más lejos del centro de la ciudad de otras formas, hasta que llegamos a la salida, por fin campo, verde, verdadero camino...
Comenzamos el camino ya tarde... aunque llevabámos media mañana con las mochilas a cuestas.
Ya comenzaron las subidas... las casas preciosas con sus órreos, los caminos verdes rodeados de árboles que parecían túneles, andábamos y andábamos y veíamos a lo lejos Oviedo y verde, mucho verde.
Empezamos a encontrar fuentes, capillas con sellos en una puertecita para sellar nosotros mismos. Nos metimos por un camino cuesta abajo, rodeado de prados y árboles, en ese momento me dí cuenta, después de una bajada viene la subida! Paramos en la mitad del camino a descansar (estábamos muertos!), y a comer algo.
Seguimos con la subida, la mochila nos pesaba muchísimo... encontramos chalets preciosos, con cesped, asfalto, y algo que nos llamó muchísimo la atención: no había rejas en las ventanas.
Por fin acabamos de subir, seguimos carretera adelante y mirábamos una guía sobre el camino para saber por dónde ibámos.
Llegamos al primer albergue, en Escamplero, había que volver tras los pasos a un bar dónde estaba el hospitalero, no podía!. Habíamos hecho tan sólo 9 km... pero parecía que hicimos mucho más. También necesitabamos algo de comida. Pero era un lugar tan pequeño que tan sólo había una tienda, en la que había pocos víveres. Compramos algo, llegamos al bar, nos registramos para el albergue y nos fuimos a lavar la ropa, ducharnos y descansar.
